El juego monótono

Era la tarde el sol se parecía a una naranja, las sombras en aquella plaza eran largas y absurdas

-¿Porque me va importar la muerte si inexiste?
- Nose, la verdad tenes razón... ¿Pero en que basas tus acciones si no vas a morir?
-Tal vez…en lo abstracto, en lo que pienso
-Eso es absurdo
-¿Por qué?
-Porque el presente no existe y vos sos nada
-Es verdad, pero puedo creer
-Como también descreer…o ser realista que es lo mismo y entonces ¿Qué?
-Creeré en la muerte ¿no te parece justo?
-Si claro. Creer en la muerte tiene su encanto es como creer en la felicidad.
-Con la diferencia de uno ser ausencia y la otra mentira
-Si... en fin ¿que te parece si hoy nos suicidamos?
-¡¡huy discúlpame!! Le dije a Cecilia que le iba a alcanzar los papeles.
-¡Claro es cierto! Bueno entonces...Adiós
-Adiós Carlos –intento llorar pero ella no pudo.

Mientras se efectuaba el disparo Lucia se subía al tren olvidaba de cómo Carlos gesticulaba la palabra azúcar, otros trenes frenaban en constitución, otros mas lejanos, en algún punto de Hong Kong .Continuamente explotaban estrellas, nacían 22 millones de libélulas en el noreste de Asia y Anacleto García tragaba un palito de yerba insultando a aquel que Carlos irónicamente llamaba Dios.

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